Ricardo Monreal Masón Grado 33

Por La Madre Teresa de Chalchihuites

Fotografía relevante a la nota.

Hincado

‘Como fundador de Morena seguiré ahí y mi límite es la dignidad, cuando ya se atropelle a la persona entonces decidiré si me voy o no, pero en política no se puede decir qué va a suceder, pero mis decisiones las tomo y las asumo. El 18 de marzo voy a salir a marchar para conmemorar la expropiación petrolera, que fue algo que nos enseñaron en la escuela y le tenemos mucho cariño, pero también para apoyar a López Obrador y no voy de acarreado, voy como un ciudadano más’: Ricardo Monreal Ávila.

 CHALCHIHUITES, ZAC.- Sábado 11 de marzo de 2023. Glorifi ca mi alma el Señor y mi espíritu se llena de gozo al contemplar la bondad de Dios mi Salvador. Gracias, oh Señor, por mandarnos tu luz misericordiosa que nos permitió salir del oscuro túnel en que el perverso, corrupto, fraudulento y mendaz exgobernador, Alejandro Tello Cristerna, nos mantuvo desde el 12 de septiembre de 2016, hasta el 11 de septiembre de 2021, que logramos salir con el poder del voto ciudadano y del milagroso Santo Niño de Atocha. Amén. P.D. Sólo que ahora estamos peor, la criminalidad continúa en aumento, y tu pueblo que tanto te ama sigue padeciendo esa horrible pesadilla.

En Aguascalientes, ni en Morena Pelan a Monreal

QUÉ HABILIDAD tiene el señor senador don Ricardo Monreal para salir adelante de las preguntas que le hacen los reporteros de la fuente política, como sucedió ayer en Aguascalientes que le preguntaron sobre los libros de su creación y sobre la violencia y la inseguridad que reina en Zacatecas.

-SÍ, ES muy hábil, siempre lo ha sido -contesta doña Petra-; y ayer en Aguascalientes no fue la excepción; sabiendo que estaría en el vecino estado haciendo proselitismo, le pregunté a mi amiga Benny Díaz, jefa de Información del Diario hermano Página 24 Aguascalientes, sobre los eventos que por allá hizo y me contestó que estuvieron muy desangelados: ‘En Morena no lo quieren’, me dijo; pues allá la que rifa es la Claudia Sheimbaun además de que para la ciudadanía ‘El Monris’ es prácticamente desconocido.

“SÓLO para mencionar que a la rueda de prensa que convocó, apenas fueron 13 reporteros y la mayoría de páginas de internet, además de que la cajeteó bien gacho pues dijo que era amigo de dos de los gobernadores más corruptos que ha tenido Aguascalientes: Carlos Lozano de la Torre y Martín Orozco Sandoval, y por eso fuera poco, también dijo que el Carlos Lozano, ese que fue su secretario de Economía aquí en Zacatecas, muy famoso por borracho y meterle duro a la cocaína, es su asesor, entonces esa fue la nota entre los asistentes”.

-YO SIENTE a Ricardo muy desesperado -tercia don Roberto-, o mejor dicho: bastante desesperado y diciendo hasta el cansancio de que no hay piso parejo en Morena, y pues nuevamente en Aguascalientes volvió a decir que su límite es la dignidad y que si se la tocan podría renunciar al partido y repetir la hazaña del monrealazo cuando renunció al PRI y con el PRD ganó la gubernatura.

 Monreal, Masón Grado 33

“TIEMPOS idos que jamás volverán. Por lo que veo, ustedes no sabían que están circulando en redes sociales fotos de Ricardo nombrándole Gran Maestro Masón Grado 33”.

-¡CÓMO!, si la Santa Madre Iglesia no comulga con la Masonería y el padre Amaro me ha dicho que los masones son hijos de lucifer-.

-ES EL estilo de ‘El Monris’ -suelta doña Petra-, él siempre ha dicho que su santo de cabecera es su adorado Santo Niño de Atocha, pero luego dice que es la virgencita de San Juan de los Lagos, y también le echa porras a la virgencita de Zapopan, él se agarra de todo y de todos para ganar adeptos, no por nada ‘El Yo’ le puso ‘El Chamuco’, es muy vivo-.

PUES POR los comentarios que he escuchado, Ricardo pinchó en hueso, o sea, la cajeteó bien gacho.

“¿QUÉ OPINIÓN tiene usted en lo personal, madre Teresa, de la masonería?”.

-NO PUEDO opinar lo contrario a la Santa Madre Iglesia, así es que con la masonería ni a la esquina, es contraria a nuestra fe. Además el Santo Papa ha dicho que ‘la masonería es la bestia negra del catolicismo’.

“LES QUIERO decir una cosa que podría ser alarmante, pero don Ricardo podría ser excomulgado, les voy a leer este artículo:

A LO largo de su historia la Iglesia católica ha condenado y desaconsejado a sus fi eles la pertenencia a asociaciones que se declaraban ateas y contra la religión, o que podían poner en peligro la fe. Entre estas asociaciones se encuentra la masonería.

ACTUALMENTE, la legislación se rige por el Código de Derecho Canónico promulgado por el Papa Juan Pablo II el 25 de enero de 1983, que, en su canon 1374, señala:

“QUIEN se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación ha de ser castigado con entredicho”.

ESTA NUEVA redacción, sin embargo, supuso dos novedades respecto al Código de 1917: la pena no es automática y no se menciona expresamente a la masonería como asociación que conspire contra la Iglesia.

PREVIENDO posibles confusiones, un día antes de que entrara en vigor la nueva ley eclesiástica del año 1983, fue publicada una declaración fi rmada por el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En ella se señala que el criterio de la Iglesia no ha variado en absoluto con respecto a las anteriores declaraciones, y la nominación expresa de la masonería se había omitido por incluirla junto a otras asociaciones. Se indica, además, que los principios de la masonería siguen siendo incompatibles con la doctrina de la Iglesia, y que los fi eles que pertenezcan a asociaciones masónicas no pueden acceder a la Sagrada Comunión.

EN ESTE sentido, la Iglesia ha condenado siempre la masonería. En el siglo XVIII los Papas lo hicieron con mucha más fuerza, y en el XIX persistieron en ello. En el Código de Derecho Canónico de 1917 se excomulgaba a los católicos que dieran su nombre a la masonería, y en el de 1983 el canon de la excomunión desaparece, junto con la mención explícita de la masonería, lo que ha podido crear en algunos la falsa opinión de que la Iglesia poco menos que aprueba a la masonería.

ES DIFÍCIL hallar un tema -explica Federico R. Aznar Gil, en su ensayo La pertenencia de los católicos a las agrupaciones masónicas según la legislación canónica actual (1995)- sobre el que las autoridades de la Iglesia católica se hayan pronunciado tan reiteradamente como en el de la masonería: desde 1738 a 1980 se conservan no menos de 371 documentos sobre la masonería, a los que hay que añadir las abundantes intervenciones de los dicasterios de la Curia Romana y, a partir sobre todo del Concilio Vaticano II, las no menos numerosas declaraciones de las Conferencias Episcopales y de los obispos de todo el mundo. Todo ello está indicando que nos encontramos ante una cuestión vivamente debatida, fuertemente sentida y cuya discusión no se puede considerar cerrada.

CASI DESDE su aparición, la masonería generó preocupaciones en la Iglesia. Clemente XII, en “In eminenti”, había condenado a la masonería. Más tarde, León XIII, en su encíclica “Humanum genus”, de 20 de abril de 1884, la califi caba de organización secreta, enemigo astuto y calculador, negadora de los principios fundamentales de la doctrina de la Iglesia.

EN EL canon 2335 del Código de Derecho Canónico de 1917 establecía que “los que dan su nombre a la secta masónica, o a otras asociaciones del mismo género, que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas, incurren ipso facto en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica”.

EL DELITO -según Federico R. Aznar Gil- consistía en primer lugar en dar el nombre o inscribirse en determinadas asocia ciones (…) En segundo lugar, la inscripción se debía realizar en alguna asociación que maquinase contra la Iglesia: se entendía que maquinaba “aquella sociedad que, por su propio fi n, ejerce una actividad rebelde y subversiva o las favorece, ya por la propia acción de los miembros, ya por la propagación de la doctrina subversiva; que, de forma oral o por escrito, actúa para destruir la Iglesia, esto es, su doctrina, autoridades en cuanto tales, derechos, o la legítima potestad civil” (…) En tercer lugar, las sociedades penalizadas eran la masonería y otras del mismo género, con lo cual el Código de Derecho Canónico establecía una clara distinción: mientras que el ingreso en la masonería era castigado automáticamente con la pena de excomunión, la pertenencia a otras asociaciones tenía que ser explícitamente declarada como delictiva por la autoridad eclesiástica en cada caso.

LOS MOTIVOS que argumentaba la Iglesia católica para su condena a la masonería eran fundamentalmente: el carácter secreto de la organización, el juramento que garantizaba ese carácter oculto de sus actividades y los complots perturbadores que la masonería llevaba a cabo en contra de la Iglesia y los legítimos poderes civiles. La pena establecía directamente la excomunión, estableciéndose además una pena especial para los clérigos y los religiosos en el canon 2336.

TAMBIÉN se recordaban las condiciones establecidas para proceder a la absolución de esta excomunión, que consistían en el alejamiento y la separación de la masonería, reparación del escándalo del mejor modo posible, y cumplimiento de la penitencia impuesta.

LAS CONSECUENCIAS de la excomunión incluían, por ejemplo, la privación de la sepultura eclesiástica y de cualquier misa exequial, de ser padrinos de bautismo, de confirmación, de no ser admitidos en el noviciado, y el consejo -en este caso a las mujeres- de no contraer matrimonio con masones, así como la prohibición al párroco de asistir a las nupcias sin consultar con el Ordinario.

A PARTIR de la celebración del Concilio Vaticano II, un incipiente diálogo entre masones y católicos hizo que la situación comenzara a cambiar. Algunos Episcopados (de Francia, Países Escandinavos, Inglaterra, Brasil o Estados Unidos) empezaron a revisar la actitud ante la masonería; por un lado, revisando desde la historia los motivos que llevaron a adoptar a la Iglesia su actitud condenatoria, tales como su moral racionalista masónica, el sincretismo, las medidas anticlericales promovidas y defendidas por masones; y, por otro lado, se cuestionó que pudiera entenderse a la masonería como un solo bloque, sin tener en cuenta la escisión entre masonería regular, ortodoxa y tradicional, religiosa y apolítica aparentemente, y la segunda, la irregular, irreligiosa, política, heterodoxa.

ESTOS MOTIVOS y las más o menos constantes peticiones llegadas de varias partes del mundo a Roma, diálogos y debates, hicieron que, entre 1974 y 1983, la Congregación para la Doctrina de la Fe retomase los estudios sobre la masonería y publicase tres documentos que supusieron una nueva interpretación del canon 2335. En este ambiente de cambios, no extraña que el cardenal J. Krol, arzobispo de Filadelfi a, preguntase a la Congregación para la Doctrina de la Santa Fe si la excomunión para los católicos que se afi liaban a la masonería seguía estando en vigor. La respuesta a su pregunta la dio la Congregación a través de su Prefecto, en una carta de 19 de julio de 1974. En ella se explica que, durante un amplio examen de la situación, se había hallado una gran divergencia en las opiniones, según los países. La Sede Apostólica no creía oportuno, consecuentemente, elaborar una modifi cación de la legislación vigente hasta que se promulgara el nuevo Código de Derecho Canónico. Se advertía, sin embargo, en la carta, que existían casos particulares, pero que continuaba la misma pena para aquellos católicos que diesen su nombre a asociaciones que realmente maquinasen contra la Iglesia. Mientras que para los clérigos, religiosos y miembros de institutos seculares la prohibición seguía siendo expresa para su afi liación a cualquiera de las asociaciones masónicas. La novedad en esta carta residía en la admisión, por parte de la Iglesia católica, de que podían existir asociaciones masónicas que no conspiraban en ningún sentido contra la Iglesia católica ni contra la fe de sus miembros.

LAS DUDAS no tardaron en plantearse: ¿cuál era el criterio para verifi car si una asociación masónica conspiraba o no contra la Iglesia?; y ¿qué sentido y extensión debía darse a la expresión conspirar contra la Iglesia?

EL CLIMA generalizado de acercamiento entre las tesis de algunos católicos y masones fue roto por la declaración del 28 de abril de 1980 de la Conferencia Episcopal Alemana sobre la pertenencia de los católicos a la masonería. Como recoge Federico R. Aznar Gil, la declaración explicaba que, durante los años 1974 y 1980, se habían mantenido numerosos coloquios ofi ciales entre católicos y masones; que por parte católica se habían examinado los rituales masónicos de los tres primeros grados; y que los obispos católicos habían llegado a la conclusión de que había oposiciones fundamentales e insuperables entre ambas partes:

“LA MASONERÍA -decían los obispos alemanes- no ha cambiado en su esencia. La pertenencia a la misma cuestiona los fundamentos de la existencia cristiana” (…) Las principales razones alegadas para ello fueron las siguientes: la cosmología o visión del mundo de los masones no es unitaria, sino relativa, subjetiva, y no se puede armonizar con la fe cristiana; el concepto de verdad es, asimismo, relativista, negando la posibilidad de un conocimiento objetivo de la verdad, lo que no es compatible con el concepto católico; también el concepto de religión es relativista (…) y no coincide con la convicción fundamental del cristianismo, el concepto de Dios, simbolizado a través del “Gran Arquitecto del Universo” es de tipo deístico y no hay ningún conocimiento objetivo de Dios en el sentido del concepto personal del Dios del teísmo, y está transido de relativismo, lo cual mina los fundamentos de la concepción de Dios de los católicos (…) EL 17 DE febrero de 1981, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicaba una declaración en la que afirma de nuevo la excomunión para los católicos que den su nombre a la secta masónica y a otras asociaciones del mismo género, con lo cual, la actitud de la Iglesia permanece invariable, e invariable permanece aún en nuestros días.

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-BUENO, ahí ustedes estudiándolo y coméntenlo.

YO ME voy. Se quedan con Dios y María Santísima de Guadalupe-.