David Está Catalogado Como el Peor Gobernador del País

Por Rubén Palomo Macías

Fotografía relevante a la nota.

Felipe Pinedo Hernández, dirigente de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (Foto: Diana Moreno Valtierra)

Felipe Pinedo Hernández, dirigente de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, aseveró a Página 24 Zacatecas que el gobernador David Monreal Ávila y el fiscal general de Justicia, Francisco José Murillo Ruiseco, manejan una estrategia de ignorar una realidad de inseguridad alarmante, una estrategia de silencio por parte de la autoridad y una estra­tegia fallida en la implementación de las tareas de seguridad. Es un esce­nario de intentar tapar el sol con un dedo, lo que ha provocado que haya un desencanto al gobierno, a las ins­tituciones y un rechazo a una visión de gobernar equivocada.

“Nosotros vemos ese descontento en las encuestas donde se refleja que el gobierno del estado sigue estando en último lugar desde su inicio, eso en lugar de ignorarlo debería ser un punto de preocupación para darse cuenta que tienen que sacar la casta y elevar su visión de cómo gobernar Zacatecas, de lo contrario van a de­jar un escenario de devastación con comunidades abandonadas, comer­ciantes en la quiebra y una economía devastada”, aseveró.

Felipe Pinedo señaló que el silencio Murillo Ruiseco es por un miedo que se refleja, sin embargo las institucio­nes deben ser analizadas partiendo de que los actores políticos actuales son actores que han estado en gobiernos anteriores y se refleja que la clase política es la misma, “aunque la clase política cambie de piel es la misma víbora”, sentenció.

“Miranda es el alcalde pero era el secretario de Finanzas, Le Roy solamente cambia de bando y sigue estando cerca de las cabezas, los funcionarios en general vienen desde el gobierno de Amalia y esa clase política es la que ha secuestrado a Zacatecas, es la clase política res­ponsable de que hoy Zacatecas esté ardiendo en llamas”, señaló.

Pinedo Hernández f inalizó sen­tenciando que la herencia maldita es una herencia de los mismos polí­ticos y es el reflejo de lo que ellos mismos han construido, su propio monstruo.