Recordó las Bodas de Caná
Por Miguel Alvarado Valle
En la celebración del segundo domingo del Tiempo Ordinario, el obispo de la Diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló, invitó a los fieles a reflexionar sobre las enseñanzas contenidas en el pasaje de las bodas de Caná. Mencionó que este evento, narrado en el Evangelio de San Juan, es más que un relato de un milagro: es un llamado profundo a entender la fe como una alianza con Dios, llena de significado y compromiso.
El obispo destacó que el tiempo litúrgico recién transcurrido, que incluyó Navidad, Epifanía y el Bautismo del Señor, nos prepara para mirar hacia el futuro con esperanza. Resaltando que las bodas de Caná representan no solo el primer milagro de Jesús, sino también un signo de la relación entre Dios y su pueblo, “El milagro de convertir el agua en vino no es sólo un hecho aislado, sino un símbolo de cómo Dios transforma nuestra carencia en plenitud y nos invita a participar en su banquete eterno”.
En su homilía, Noriega Barceló destacó el papel de María en este relato, “La fe también se fortalece con la confianza en su intercesión, pues María nos enseña a decir ‘hagan lo que él les diga’, confiando plenamente en el poder transformador de Jesús”, añadió.
Otro punto importante de la reflexión fue el simbolismo de las seis tinajas llenas de agua, que Jesús convirtió en vino, explicando que el número 6 representa la limitación humana, la insuficiencia, mientras que el vino nuevo es el signo de la abundancia que sólo Dios puede ofrecer.
En este sentido, abordó el contexto actual, donde, según el obispo, la fe y los compromisos están siendo desafiados. Mencionó que en la actualidad hay una disminución de los matrimonios, tanto religiosos como civiles, y el creciente temor a los compromisos definitivos.
“El matrimonio no es solo un contrato, sino una alianza, un reflejo de la unión entre Dios y su pueblo. Sin fe, sin el vino nuevo, nuestras relaciones pierden su fuerza y sentido eterno”, afirmó.
Finalmente, el obispo hizo un llamado a volver a Caná, a recuperar el plan de Dios en nuestra vida diaria, invitación que no sólo busca fortalecer la fe, sino también renovar el compromiso con el amor, la esperanza y la construcción de un futuro pleno.