Recordó al “Hijo Pródigo”

Por Miguel Alvarado Valle

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Durante la homilía del cuarto domingo de Cuaresma, el obispo de la Diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló, reflexionó sobre el significado de este día, tradicionalmente llamado “domingo de alegría”. (Foto: Rocio Castro Alvarado)

Durante la homilía del cuarto domingo de Cuaresma, el obispo de la Diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló, reflexionó sobre el significado de este día, tradicionalmente llamado “domingo de alegría”.

Explicó que este momento del calendario litúrgico marca un punto de inflexión en el camino cuaresmal, ya que los fieles comienzan a vislumbrar la Pascua. La alegría, señaló, proviene de la esperanza y del proceso de preparación espiritual que los creyentes han recorrido hasta ahora.

A partir de las lecturas bíblicas del día, destacó la importancia de la reconciliación y la identidad filial como elementos fundamentales en la relación con Dios y con los demás.

Uno de los temas centrales de su mensaje fue la parábola del hijo pródigo, en la que identificó dos formas distintas de entender la relación con Dios. Por un lado, el hijo menor, quien, tras equivocarse y tocar fondo, reconoce su error y regresa a casa con humildad.

Por otro, el hijo mayor, que aunque ha permanecido en el hogar, no se siente verdaderamente hijo, sino más bien un siervo que espera recompensas .

Noriega Barceló cuestionó a los fieles sobre cuál de los dos hijos se asemeja más a su propia experiencia espiritual y destacó que el verdadero desafío es comprender a Dios como un padre amoroso, no como un patrón que impone condiciones.

En su homilía, el obispo compartió sus recientes visitas a dos comunidades parroquiales, donde a partir de estas experiencias, habló sobre las diferentes realidades que enfrentan los fieles en distintos contextos y cómo la fe se vive de manera única en cada comunidad.

También reflexionó sobre la lucha constante entre el bien y el mal en la sociedad, señalando que la Cuaresma es un tiempo propicio para fortalecer el compromiso con la bondad y la justicia.

Finalmente, el obispo exhortó a los fieles a aprovechar este tiempo para la reconciliación personal y colectiva, e instó en que la verdadera alegría no proviene de la ausencia de problemas, sino de la certeza de que Dios siempre está dispuesto a recibir a sus hijos con amor y misericordia.