Reflexiona el Purpurado Sobre la Dignidad y la fe
Por Miguel Alvarado Valle

El obispo de la Diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló (Foto: Rocio Castro Alvarado)
Durante su homilía dominical, el obispo de la Diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló, invitó a los fieles a reexionar sobre la importancia del templo, no solo como edificio sagrado, sino como símbolo profundo de la presencia de Dios en cada persona.
En el marco de la celebración de la dedicación de la Basílica de Letrán, el obispo destacó que “el templo es Jesucristo, y cada bautizado es casa donde Dios habita”.
Recordó que esta conmemoración, que data del año 324, marca el inicio de la construcción de templos cristianos tras siglos de persecución, pero también es un llamado a valorar la fe viva que sustenta cada comunidad.
Noriega Barceló explicó que los templos materiales son fruto de la historia, la fe y la colaboración del pueblo cristiano, destacando que “nuestras iglesias son testimonio del trabajo, la devoción y la identidad de una comunidad que se siente orgullosa de su fe”.
Sin embargo, enfatizó que más allá de las piedras y altares, el verdadero sentido del templo radica en ser espacio de encuentro con Dios y con los demás, donde la comunidad se reúne para compartir la palabra y la Eucaristía.
“La iglesia —dijo— se edificó primero en las casas, entre la gente, y ahí sigue viviendo cuando no hay muros de piedra: en el corazón de cada creyente”, comentó.
El obispo retomó las lecturas litúrgicas del día para recordar que, así como el profeta Ezequiel habló de reconstruir el templo y el pueblo tras el destierro, hoy los creyentes están llamados a reconstruir la esperanza, sanar heridas y devolver la vida espiritual a lo que parece muerto. Esa agua que brota del templo, afirmó, simboliza la gracia que renueva y fertiliza la vida de la humanidad.
En este contexto, invitó a los fieles a preguntarse qué representa hoy la Iglesia para el mundo y si realmente sigue siendo luz, sal y fermento enmedio de una sociedad que se enfrenta a la deshumanización. Noriega Barceló reiteró con firmeza que “ustedes son casa de Dios, ustedes son templos del Espíritu Santo”.
Recalcó que esta afirmación debe asumirse con responsabilidad y conciencia, pues del bautismo nace la dignidad de los hijos de Dios y el respeto a toda persona. Finalmente, Noriega Barceló exhortó a los fieles a realizar un “aseo espiritual y moral” interior, a revisar cómo viven su fe y su papel dentro de la Iglesia.
