Se Llevó a Cabo la Vigésima Tercera Marcha Gay en Zacatecas
Por Nallely de León Montellano | Fotos: Diana Moreno Valtierra

“No hay orgullo si nos faltan sus vidas”, fue la consigna que marcó el ritmo y el sentido de la Vigésima Tercera Marcha de la Diversidad Sexual en Zacatecas
“No hay orgullo si nos faltan sus vidas”, fue la consigna que marcó el ritmo y el sentido de la Vigésima Tercera Marcha de la Diversidad Sexual en Zacatecas, donde miles de personas de la comunidad LGBTTTIQ+ salieron a las calles para exigir respeto, reconocimiento y justicia. Esta movilización, que año con año se realiza en la capital zacatecana, es más que una celebración, un acto de resistencia, memoria y exigencia de derechos humanos.
Desde minutos antes de las siete de la tarde, el Centro Histórico de Zacatecas comenzó a llenarse de colores, música y alegría, pero también de un mensaje claro: las personas de la diversidad sexual no sólo existen, sino que resisten y exigen un alto a los crímenes de odio, a la violencia, y a la exclusión que todavía persisten en la sociedad. Con tamborazo, performance y una multitud diversa, el contingente partió de la Fuente de los Conquistadores, recorriendo las principales calles de la capital. La lluvia, que amenazaba con caer, no detuvo a quienes “día a día enfrentan discriminación y luchan por hacerse visibles”.
A lo largo del recorrido, las calles se inundaron de un ambiente de fiesta, pero también de protesta. Familias completas, personas aliadas, comerciantes locales y turistas se sumaron como espectadores y cómplices del mensaje de inclusión. Desde los balcones y las banquetas, se vieron manos agitadas con banderas multicolor, niños y niñas con rostros pintados, personas adultas mayores aplaudiendo, y abrazos entre desconocidos que compartían un mismo propósito: acompañar la lucha por el reconocimiento de los derechos de la comunidad homosexual-lesbiana.
Las pancartas reflejaron los múltiples matices de esta lucha: “No quiero tener miedo de ser yo”, “Love is love”, “El odio es un virus sobre el que no hay vacuna”, “Quieres que respete a tus hijos, respeta a los míos”, “Existo y sigo”, “No más movimientos de odio”. Entre abanicos de colores, carros alegóricos, máscaras, maquillaje y vestuarios extravagantes, las consignas resonaban en cada esquina. La comunidad LGBT+ dejó claro que no es posible hablar de progreso social si todavía hay personas perseguidas, violentadas o asesinadas por su orientación sexual o identidad de género.
La marcha, conocida también como el Pride, reunió a colectivos sociales, grupos de danza folclórica, representantes de comunidades indígenas, artistas Drag, y personal de instituciones como la Comisión Estatal de Derechos Humanos y la subdelegación médica del ISSSTE. Esta diversidad de participantes simbolizó la pluralidad de voces y causas que confluyen en una misma exigencia: el respeto a la vida, la igualdad y la dignidad para todas las personas.
El recorrido avanzó por las calles Abasolo, Juan de Tolosa, Genaro Codina, Fernando Villalpando, Avenida Juárez y Avenida Hidalgo, hasta llegar a la Plaza de Armas. Allí, en el corazón político de la capital, se realizó un pronunciamiento colectivo donde se recordó a las víctimas de transfeminicidio, a las personas desaparecidas, a quienes han sido agredidas o asesinadas por ser quienes son.
Cada paso de la marcha fue también un acto de memoria y un reclamo al Estado mexicano por no garantizar la seguridad de las poblaciones diversas.
Martín Uvario Gaspar, fundador y organizador de esta movilización desde hace más de dos décadas, tomó el micrófono para agradecer a quienes han mantenido vivo este movimiento durante 23 años consecutivos. Hizo un llamado a no olvidar que cada marcha es fruto de la resistencia de quienes han enfrentado rechazo familiar, social e institucional.
Paz Barrón, integrante del comité organizador, fue enfática al señalar que esta lucha no es un simple acto de celebración, sino un ejercicio de memoria social y justicia. “Esta lucha nos ha costado vidas. Hay muchas hermanas y hermanos que han sido asesinados. Nos faltan compañeras trans, nos faltan jóvenes que fueron víctimas del odio y del prejuicio. No es sólo una fiesta, es un acto de resistencia”.
Bruno Gael Sánchez, hombre trans y también parte del comité, recordó que la diversidad no es una moda, ni una concesión del poder, sino una realidad que siempre ha existido. “Las diversidades existimos y estamos aquí. El arcoíris brilla más fuerte cuando celebramos todas las diferencias, pero también cuando denunciamos la violencia y exigimos justicia, respeto y libertad”.
El acto concluyó con un espectáculo artístico donde participaron Drag Queen C-PHER, la cantautora Flor Amargo y el artista Ángelo Diep, quienes cerraron la jornada entre música, baile y mensajes de unidad. Los artistas llamaron a la sociedad a seguir construyendo espacios de inclusión y respeto, y a no olvidar que mientras haya personas asesinadas por su orientación o identidad, no puede hablarse de un verdadero estado de derecho.
Las y los organizadores cerraron la jornada recordando una premisa fundamental: no hay libertad política si no hay libertad sexual, y la conquista de los derechos humanos debe ser para todas las personas, sin excepción.
La marcha de este año reafirmó que el orgullo es un acto de resistencia, de memoria y de lucha por un presente y un futuro donde nadie tenga que esconderse, callar o morir por su identidad o por a quién decide amar, además de ser una forma de resistir en un país donde, según datos de organizaciones civiles, los crímenes de odio y la discriminación siguen ocurriendo con frecuencia alarmante.
En Zacatecas, como en muchas otras partes de México, la lucha por la diversidad sexual no es un evento de un solo día, sino un camino constante por la vida digna, la visibilidad y la justicia.